Foto: Eva Rubenstein
El que inventó el verbo “fotografiar” vivía en medio de un calor intolerable, en una escarpadura del monte Sinaí. Se expresaba en griego, al menos es lo que se cree puesto que nadie pudo sacarle el menor asomo de conversación. Es como si el calor agobiante de la luz, en esa parte de la montaña –lugar llamado Batos y, supuestamente, lugar preciso donde apareció la Zarza Ardiente–, es como si el aire asfixiante y sagrado hubiera obligado a ese hombre a una especie de silencio definitivo.
Vivía recluido y en soledad. Pero no era uno de esos grandes sabios del desierto que nos colmaron de cien mil verdades profundas y conductas que observar. No buscaba ninguna moral, ni siquiera conocimiento. Simplemente, se conformaba con ser –ser bajo la luz inhumana (...)
Vivía recluido y en soledad. Pero no era uno de esos grandes sabios del desierto que nos colmaron de cien mil verdades profundas y conductas que observar. No buscaba ninguna moral, ni siquiera conocimiento. Simplemente, se conformaba con ser –ser bajo la luz inhumana (...)
"El hombre que inventó el verbo 'fotografiar'" en
Fasmas. Ensayos sobre la aparición 1
Georges Didi-Huberman