Werner Herzog
(...) En el autorretrato Werner Herzog Filmemacher (1986), escuchamos al cineasta alemán rememorar su infancia y juventud en Sachrang, una pequeña localidad bávara situada en lo que él considera “un valle oscuro”. Adentrándose en sus bosques, desde una temprana edad –tal como nos cuenta− fue caminando hasta la frontera alemano-austríaca. Pero su sueño por aquel entonces, cuando su país todavía estaba roto “en pedazos”, habría sido hacer un recorrido en torno a las dos Alemanias, para encerrarlas en un círculo y devolverles la unidad perdida. Caminar para él −en círculo o en línea recta− no es una simple actividad física, también es una actitud. Quizás por eso ha repetido en tantas ocasiones que el cine, más que desde planos éticos o estéticos, es preciso abordarlo desde planos atléticos. En algunas fotografías tomadas durante el rodaje de sus películas lo vemos como alguien más allá no solo del bien y el mal sino también del esfuerzo y el agotamiento, atravesando desiertos, escalando montañas y llegando al último confín del mundo, en busca de imágenes salvajes antes de que desaparezcan, a la manera de antropólogos como Claude Lévi−Strauss o fotógrafos como Sebãstiao Salgado. Los riesgos, para él, deben de ser de menor cuantía si uno evalúa los hallazgos con que pueden verse culminados. Una actitud que a veces nos obliga a cuestionar sus imágenes no por su valor sino por su precio, más allá de la Historia con mayúsculas (ante la cual intenta no rendir nunca pleitesía) y del presente inmediato (que aborda desde perspectivas alejadas de cualquier ideología) (...)
"Deseo de ser piel roja"
Hilario J. Rodríguez
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Trayectos libros - 448 páginas
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