Están en todas partes y apenas las percibimos. Abrimos los ojos y el espacio entre nuestro cuerpo y el horizonte es una única e infinita extensión de mercancías. Llenan las habitaciones y nuestras casas. Cubren nuestros cuerpos, deciden el perfil y la identidad de todos los hombres. Son todo lo que comemos. Son lo que a menudo deseamos. Son aquello junto a lo que vivimos. Nos movemos solo gracias a ellas y habitamos en su interior; a menudo nos comunicamos a través de ellas.
El bien en las cosas.
La publicidad como discurso moral
Emanuele Coccia
Seguir leyendo en El bien en las cosas