Botonera

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27.4.15

XIV. "PIER PAOLO PASOLINI. UNA DESESPERADA VITALIDAD", Revista Shangrila nº 23-24, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2015.




PASOLINI Y EL CINE ENSAYO:
INTERPONER EL CUERPO A LA IMAGEN
José Manuel Mouriño









Hay, pues, vivencias que no podrían ser expresadas por ningún gesto y que, sin embargo, ansían expresión. Por todo lo dicho sabes a cuáles me refiero y de qué clase son: la intelectualidad, la conceptualidad como vivencia sentimental, como realidad inmediata, como principio espontáneo de existencia; la concepción del mundo en su desnuda pureza, como acontecimiento anímico, como fuerza motora de la vida. La cuestión directamente formulada: ¿qué es la vida, el hombre y el destino? Pero solo como pregunta; pues la respuesta no aporta tampoco aquí ninguna solución…
Georg Lukács, Sobre la esencia y forma del ensayo: carta a Leo Popper




Pocas certezas caben, como premisa, en un estudio sobre el origen del envite artístico. No muchas más, desde luego, que la de reconocerlo en sus primeras muestras como una mera opción de réplica al mundo. Nos refugiamos entonces –para indagar en ellas– en respuestas que circundan ese origen, como las de aquel que se dice poeta. Son las suyas el lugar en que se exhuman conflictos iniciáticos de toda índole; en ellos el poeta, al menos, convierte en verosímil un cerco al origen.

Reparemos en la forma en que ese mismo poeta paladea las palabras y su tránsito. Este acto viene respaldado por la adopción de un “fondo” que, en cuanto tal, las precede y aventaja (a las palabras). Para el poeta es imprescindible disponer de este paño, en él se contrasta la ocupación del silencio por un decir y gracias a él, a la palabra se le permite un fértil distanciamiento, o relativa desatención, de su funcionalidad inmediata. Esto es necesario porque el habla solamente se avendrá a surgir frente a él –y no desde él o entre él y los otros– cuando con trabas de ese tipo se la despoja de su fluidez natural. Podrá el poeta entonces, a partir de esa prenda, contemplar a la palabra “emplazada” y acometerla en sí misma, no solo atravesarla como cuando se sirve de ella inconscientemente –allí dejan de ser transparentes las palabras–. Compensado por ese fondo habrá de sentirse el poeta, de su remonte obtiene un arte.



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