MEMORIA, HISTORIA, PRESENTE:
LA POESÍA DE PIER PAOLO PASOLINI
EN LAS IMÁGENES DE CECILIA MAGNINI
LA POESÍA DE PIER PAOLO PASOLINI
EN LAS IMÁGENES DE CECILIA MAGNINI
Annalisa Mirizio
Cecilia Magnini - Fotografía: Mariangela Barbanente
Cecilia Mangini y Pier Paolo Pasolini se encontraron por primera vez en el año 1958 delante de una moviola. La conocida documentalista acababa de terminar el montaje de su primer filme, Ignoti alla città (Desconocidos para la ciudad, 1958) inspirado en la novela Chicos del arroyo (Ragazzi di vita, 1955) que el poeta de Las cenizas de Gramsci (Le ceneri di Gramsci, 1957) había publicado pocos años antes. Ella había contactado con él por teléfono para pedirle el comentario del filme. No fue necesaria mediación alguna del entonces editor del poeta, Livio Garzanti; su nombre, como ha recordado en diversas ocasiones la cineasta, estaba en el listín telefónico, como el de tantos otros romanos.
Fue el comienzo de un diálogo entre la mirada de la primera y la voz del segundo que se extendió, en los años siguientes, a dos documentales más: Stendalì (Cecilia Mangini, 1960) y El canto de las zanjas (La canta delle marane, Cecilia Mangini, 1961). En todos ellos, la labor de Pasolini, todavía escritor, revela ya su futura confianza (de cineasta) en la capacidad del cine para conducir al estudio de la realidad pero de un modo nuevo y especial, como si –dirá– la realidad se revelara a sí misma a través del cine, “como si se descubriera a través de su reproducción y algunos de sus mecanismos expresivos se hiciesen evidentes sólo en la nueva situación ‘reflejada’”. Mangini compartía esta fe en la imagen para comprender el presente italiano y fue sobre este terreno común que se estableció la colaboración entre los dos.
¿Qué fue, pues, lo que vio el poeta en la mesa de montaje durante su primer encuentro con el cine de Mangini? (...)
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