Botonera

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16.4.15

II. "PIER PAOLO PASOLINI. UNA DESESPERADA VITALIDAD", Revista Shangrila nº 23-24, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2015.





INTRODUCCIÓN
Roberto Amaba / Fernando González García



¡Dios mío!, pero entonces ¿qué es
lo que tiene usted en el activo…?
¿Yo? (…)
¿Yo? Una desesperada vitalidad.


El 2 de noviembre del año en curso, se cumplirán cuarenta años del asesinato de Pier Paolo Pasolini. Nada tiene que ver esta publicación con el toque a muerto que escucharemos en los medios de comunicación cuando triunfe el otoño. Pier Paolo Pasolini. Una desesperada vitalidad ve la luz en la primavera de 2015 –como diría el poeta– por puro privilegio del registro civil. Lo hace tras dos años de trabajo, sin improvisación y sin oportunismo; sin necrofilia. Lo hace porque el feto ya es adulto. Si de conmemoraciones se tratara, esta monografía preferiría hacerlo con los noventa y tres años de su nacimiento, con los sesenta y cuatro del estreno de Accattone o con los setenta de la publicación de Chicos del arroyo (Ragazzi di vita). Cuando el feto aún era embrión, decidimos subtitularlo con uno de los epígrafes de Poesía en forma de rosa. No fue un bautizo, ni siquiera una declaración de intenciones, fue parte de una metodología de trabajo encaminada a no olvidar que tratábamos con alguien profundamente vital.

Sin embargo, la primera parte del sintagma “desesperada vitalidad” también quiere matizar cualquier posible celebración. Ni fiesta, ni funeral. Nuestra intención no era glorificar la obra de Pasolini. No buscábamos panegíricos de ocasión, ni revisionismos ahistóricos. En un acercamiento riguroso a su figura no encajan ni la adulación cinéfila, ni el odio visceral. Pasolini es aún aquella fuerza del pasado que, paradójicamente, seguimos sin poder alcanzar. Que la muerte de Pasolini no sea la razón de ser de esta publicación, no quiere decir que deba ser ignorada. No podemos instalarnos en la simpleza –irresponsable y perezosa- del artista inmortal, ni en el animismo de la obra eterna. Pasolini está muerto, terriblemente muerto. Existe una muerte infame que no puede ser obviada. Igual que los achaques de algunas de sus creaciones. Porque la presencia y la ausencia de Pasolini siempre han condicionado el escenario social, político y artístico.

La amplitud, la densidad y la profundidad de su obra, permiten seguir preguntando. Aunque investigar sobre Pasolini es más una cuestión de cómo que de porqués. Menos todavía de un porqué inducido por efemérides. Y dentro del cómo, la tarea deviene desafío perpetuo. Escribir sobre Pasolini no es placentero, o al menos no lo es de manera continuada. Pasolini es el anfitrión de la incomodidad, por no decir de la angustia. Te hace confundir las puertas, te niega los caminos, choca y esquiva, juega con las señales, te acepta para después rechazarte, te libera en un párrafo y te secuestra en el siguiente. A partir de la contradicción, de la provocación, de la disidencia y de la confrontación, Pasolini se convierte en un generador incansable –y por lo tanto agotador– de nuevos significados. Queden pues todas estas letras como una nueva aportación, como un paso más en –presumimos– tan vana persecución.

Shangrila Textos Aparte es un lugar adecuado para cobijar al cineasta italiano. Una editorial sin miedo a zarpar de su querido Arrecife de Donovan para enfilar el Idróscalo de Ostia y navegar en aguas abiertas pasolinianas. Todos los textos que componen este número doble son de nueva escritura. No hay reciclaje de artículos antiguos y tampoco se han incluido textos del propio Pasolini. Esta estructura final no es un valor en sí misma, hemos llegado a ella por diferentes motivos pero de manera intencionada. Depositamos, entonces, la confianza en un equipo de colaboradores que, sin perder la libertad de enfoque, nos ayudaron a elaborar un discurso en torno a esa “desesperada vitalidad”. De ellos solo nos corresponde valorar su educación y generosidad. Una educación que comenzó atendiendo una llamada o un correo –quien sabe si inoportunos– que no tenían la obligación de responder. Una generosidad y un compromiso que no se limitaron a la entrega de un texto en tiempo y forma. Alguno ni siquiera pudo escribirlo, pero nos dejó su consejo y amabilidad: gracias a Jordi Balló, a Marco Antonio Bazzocchi y un recuerdo sentido para el profesor Gianni Borgna.

La presente publicación se concibió con vocación internacional. No solo por las diferentes nacionalidades de los colaboradores, también por las necesidades que demanda la obra del protagonista. Siempre abierta y dispuesta a propagar su amor por la Italia tradicional al resto del Tercer-mundo. Pasolini fue, en plena modernidad, el auténtico centrifugador de la cultura y de las cinematografías europeas. Él se atrevió a viajar allí donde el resto advertía un horizonte difuminado y peligroso. Pasolini no solo avisó de los peligros de ese sucio sfumato europeo del que iríamos tomando conciencia, sino que lo definió con exactitud. Donde mejor calaron sus imágenes fue, como no, en la periferia y en el cerebro de parias y descastados como Sergei Paradjanov, John Abraham, Glauber Rocha, Hamid Bennani, Derek Jarman, João César Monteiro, Yilmaz Guney, Hisayasu Satô, Dariush Mehrjui, Philippe Garrel, etc.

En las siguientes páginas encontrarán todo tipo de afanes: teatro, música, poesía, filosofía, psiquiatría, arquitectura, anatomía, geografía, filología, ensayo, pintura y, por supuesto, cine. Pasolini no estará solo, no dudará en convidar a viejos y nuevos amigos: Cecilia Mangini, Hölderlin y Baudelaire, Bruno Dumont, Johann Sebastian Bach, Franco Citti, Francis Bacon, Petrarca y Sade, Platón, Giotto y Masaccio, Roberto Longhi… ¿y Ninetto?, ¿estará Ninetto? La duda ofende, Ninetto son ustedes. Pasen página y comiencen a bailar, a brincar, a jugar a la rayuela con los textos. Bajen cambiando el paso por la calle de las palabras mientras silban, mientras se asustan.

Queridos amigos, como siempre, termina así, empieza así, concluye así, continúa así, esta historia...

Pasolini y Ninetto