Nicolas Winding Refn:
Luces y sombras del Thriller Contemporáneo
Brox Sanriago, Óscar
Madrid: Macnulti Editores, 2014
Por el camino de Winding Refn
Aarón Rodríguez Serrano
Que se admire a un determinado escritor no justifica la
hagiografía automática ni la elevación a los altares de sus textos. Antes bien,
el cariño por los colegas de oficio exige en primer lugar un rigor ante sus
trabajos que permita tomarles en serio, alejarse de las palmadas en la espalda
ceremoniales y rastrear en su esfuerzo aquello que uno mismo puede aprovechar
para levantar su aparataje teórico. En este humilde circuito –los lectores
probablemente estarán de acuerdo- al final nos conocemos entre todos y
conocemos también nuestras carencias y nuestras debilidades.
Dicho esto, los que hemos seguido en los últimos años el
trabajo de Óscar Brox sabemos de su interés por buscar los tres pies al gato de
los géneros sin pagar el peaje de Rick Altman ni de las postalitas académicas,
sino acudiendo directamente a la obra de un corpus personal de directores sobre
el que ha ido trenzando sus obsesiones y sus análisis. Hay algo en sus textos
anteriores que ya apuntaba hacia el Winding
Refn que nos ha traído y que, en cierta medida, explica muchas de las
decisiones que quizá les resulten arriesgadas/incomprensibles a un buen número
de desconocidos que decidan apostar por el primer título de Brox. Lejos de mis
intenciones trazar esa hoja de ruta, sino más bien dejar constancia de una
suerte de coherencia interna entre lo ya pronunciado y lo nuevo, lo ya pensado
y lo que ahora puede empezar a pensarse.
Opciones entre el riesgo y la incomprensión que son, a
su vez, las que dotan a un valor realmente innovador a la forma del pensamiento. Brox forma parte de esas rara avis de mi generación crítica que
han tenido siempre una preclara influencia de la gran literatura en su manera
de encarar la reflexión cinematográfica, casi un dominio enciclopédico del
universo literario que ha sabido hibridarse con una cierta revolución formal en
la manera de entender el ensayo de lo fílmico. Hace unos años recuerdo escuchar
a José Francisco Montero opinar sobre la falta de renovación que se apreciaba a
nivel formal en demasiados ensayos de cine. Ambos autores –y unos cuantos más
que se sentirán, espero, reconocidos- han comenzado a trabajar en otra
dirección sin pagar el peaje del tic académico ni publicar mirando de reojo el
rédito de los usos y costumbres universitarios. Ya que no es mi caso, creo que
tengo derecho a sentir una cierta envidia hacia ellos, y consecuentemente, ante
su manera de pasar por encima de las convenciones para ir directos al núcleo de
lo dicho. En el Winding Refn de Brox
no hay prácticamente ni una nota a pie de página, y su aparataje sólo se apoya
explícitamente en catorce referencias bibliográficas. Lo que en cualquier otro
autor hubiera sido un gesto sospechoso de pereza intelectual aquí se trasluce
como un intento de clarificar y depurar al máximo los mimbres del ensayo como
género. ¿Se trata, quizá, de otro de los muchos pasos que la nueva crítica de
cine –no confundir con la Nueva Crítica (Marca Registrada)- está tomando en
contra de la academia? ¿Un nuevo temblor que demuestra que los nuevos
pensadores del cine están cada vez más lejos de la Universidad y que nos
encontramos, ya definitivamente, ante un cambio de paradigma en la generación
de discursos sobre lo fílmico? ¿Aquella vieja diatriba de Contracampo entre defensores de la Academia y defensores de la
Crítica Inmediata se ve de pronto resucitada ante la emergencia de nuevos
textos y nuevos autores?
De ahí que el Winding
Refn de Brox está a kilómetros de la tradición sobre la “monografía de
director” entendida en su forma canónica. De hecho, por momentos parece un
libro tan incómodamente personal que no creemos que encaje con facilidad en
ninguna de esas listas de Mejores-Libros-De-Cine-De-2014. Las cuatro partes
principales que componen su decir –la reflexión sobre el thriller como género,
la contextualización de Winding Refn y dos breves pinceladas sobre su relación
con la violencia y la belleza- están conectadas casi en sordina, entablando un
diálogo inconcluso, a veces fantaseado, a veces imaginado, a veces
manifiestamente inventado. Brox intenta rastrear la verdad de una experiencia
detrás de ciertos encuadres –hay algunas páginas a propósito de Fuera de sí (Bleeder, 1999) que son absolutamente portentosas- que horrorizaría
a los que reivindican un estudio del cine positivista y centrado únicamente en
el control científico-descriptivo de los textos.
Cuando se arranca al ensayo de su compromiso con lo inmediatamente
verificable y se acepta la subjetividad del analista como tejedor de una
literatura sobre lo cinematográfico se abre toda una nueva senda de
pensamiento. Lo importante del Winding
Refn de Brox es, precisamente, la capacidad para mantenerse en el límite
preciso entre lo que el texto dice y la capacidad del analista para construir a
su alrededor sin caer en extraños arcanos ni en el más incomprensible de los
exhibicionismos. Mantiene fragmentos en lo oscuro, desvela latidos del contexto
histórico y conjura una serie de interlocutores que, como decía al principio
del texto, emergen en coherencia con su particular trazado cinematográfico de
los últimos años. Habrá, por supuesto, quien sienta extrañeza ante la absoluta
seriedad con la que se piensa la obra de Michael Mann o Jacques Audiard, sin
pagar el peaje de las justificaciones generacionales. De lo que se trata, por
el contrario, es de sacudir los parámetros de la topografía cinéfila, inventar
un nuevo espacio reflexivo y, ahora sí, ensayar
un posible resultado. De ahí que este Winding
Refn funcione como agradecido compañero de viaje, carta cinéfila más que
tratado, guiño cómplice más que monografía. Sólo aceptando ese parámetro de
cercanía se puede apreciar el placer del texto y, por extensión, adentrarse en
un universo cinematográfico tan estimulante como reivindicable. El
(re)descubrimiento que propone Brox del director no pasa por la verdad
hermenéutica sino, afortunadamente, por la experiencia de un sujeto que
detecta, analiza y construye.
Nicolas Winding Refn