El texto y el abismo:
Diálogos con González Requena
Gobantes Bilbao, Maite
& González Requena, Jesús
& González Requena, Jesús
Barcelona: Sans Soleil Ediciones, 2014
Las descendencias
Aarón Rodríguez Serrano
Casi todos los que en algún momento hemos contraído una
deuda intelectual con González Requena –que no hemos sido pocos-, hemos sentido
también en algún momento la necesidad de establecer un duelo hacia su teoría, contra su teoría. Es noble reconocer la
deuda no tanto por lo aprendido, sino antes bien, por lo descubierto en la
lucha y por el acicate inconformista que despiertan los planteamientos del
teórico madrileño. Dormitar cómodamente en una cierta doxa –y qué duda cabe que
la doxa requeniana es una de las más intensas que se han planteado en las
últimas décadas- ofrece la garantía de tener un sólido aparataje de respuestas,
pero a la contra, adormece los músculos de la reflexión y genera una suerte de
esclerosis intelectual poco productiva. De ahí que muchos enarbolen su odio o
su amor incondicional ante una figura cuya evolución ha conseguido enfurecer a
propios y extraños de todo pelaje y escuela teórica.
El trabajo de Maite Gobantes recupera uno de los géneros
más estimulantes del pensamiento –la entrevista- y ofrece una muy cuidada
topografía por el particular paisaje requeniano. No se trata tanto de diálogos,
como sugiere el título, sino como una suerte de exploraciones hacia el interior
de un cierto decir, incluyendo algunas estimulantes pinceladas sobre los
referentes, los interminables problemas con Lacan, el manifiesto desinterés
hacia Zizek o el descabellado sistema de medición de éxito de las revistas
académicas españolas. Hay en el texto una cierta libertad que sólo se consigue
desde el sillón de Catedrático, un divertido ajuste de cuentas –por otro lado,
nada alejado de la realidad- con respecto a las bolsas de basura conceptuales
que la sociedades del bienestar han ido depositando en nuestro umbral en los
últimos años.
Ciertamente, Gobantes ha conseguido al menos dos
objetivos que merecen toda nuestra atención: la primera, reconducir y
sintetizar el flujo de pensamientos de González Requena en una suerte de hilado
milimétrico que invita de alguna manera a leer sus textos. Los que hemos tenido
una educación fragmentaria de su obra sabemos la complejidad de encajar con
facilidad no sólo las herramientas iniciales, sino también establecer etapas,
intereses, figuras, evoluciones. El texto
y el abismo es, en tanto libro iniciático para el González Requena de ahora, prácticamente insuperable. En
segundo lugar, ha realizado una profunda espeleología del pensamiento de su
entrevistado que no deja prácticamente ninguna parcela sin tocar: desde San
Juan de la Cruz hasta el Freud del Moisés,
pasando por sus intuiciones en torno al relato clásico o la más que polémica
teoría de la Diosa.
En el lado contrario, por supuesto, el libro funciona en
ocasiones como una suerte de hagiografía que parece exigir mayor distancia con
el sujeto entrevistado. La teoría de González Requena, como todos sabemos, es
un discurso perfectamente encajado cuyo funcionamiento (su metodología) es
perfectamente extrapolable a todo aquello que se pueda considerar “un texto”.
De ahí que su poder para tamizar cualquier ámbito de la realidad –desde la
antropología filosófica hasta la teología, pasando por la Filosofía de la Ciencia
o el ejercicio mismo de la Lógica- puede ser “requenizado” obteniendo, si el
analista es lo suficientemente hábil, una buena nómina de resultados. Hubiera
sido interesante, por el contrario, provocar tensión allí precisamente donde la
teoría muestra sus sombras, sus puntos más complejos. Pero para ello estaríamos
hablando de otro libro en el que, sin duda, deberíamos incorporar herramientas
provenientes de, pongamos por caso, el Lacan posterior al Seminario 3, la
ontología heideggeriana por encima de la baziniana o el Nietzsche pensador no
arrinconado únicamente como un “paranóico” o como un “ejemplo de paranoia”. El
debate, en cualquier caso, está intuido también en momentos en los que Gobantes
no adopta únicamente una postura de “correa de transmisión”, sino que exige
mayor claridad sobre algunos puntos o intenta bucear, a la contra, en ciertos
aspectos personales del mundo requeniano –su análisis, su infancia- que pueden
ayudar a entender su pensamiento.
Y es que, por mucho que nos cueste aceptar algunas
derivas de su trabajo, González Requena sigue mostrando una capacidad
endiablada para sugerir y ofrecer estímulos creativos. Alguna de sus
intervenciones –las referentes, por ejemplo, a su hipotética soledad académica-
sabemos que, directamente, no se corresponden con la realidad. Otras –aquellas
en las que se arroja abiertamente frente a la idea de Dios o en las que analiza
las relaciones entre texto e inconsciente- levantan el vuelo y nos regalan lo
mejor y lo más emocionante de su labor académica, o si se prefiere,
humanística. Gobantes ha sabido recoger esa emoción, buscarla, mantenerla, y
darle forma textual.
Probablemente, hay tantas interpretaciones de la doxa de
González Requena como estudiantes que hemos acudido a sus conferencias o a sus
seminarios. Para algunos, y es el caso del que esto escribe, su figura fue
ejemplar en los primeros pasos del pensamiento no sólo por su potencia
metodológica sino por su particular apuesta ante la idea de que el análisis
textual podía ayudar a dar forma a las experiencias de la subjetividad. El
libro de Gobantes puede servir como un punto de encuentro ante toda esa
herencia recibida, una agradable postal de pensamiento puro que retorna de la
certeza que quisimos tener y que, de alguna manera, nos hace más conscientes de
las descendencias que nos han construido.
Jesús González Requena