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8.1.14

VI. "DEL AULA A LA CALLE. LA EDUCACIÓN EN BUSCA DE SENTIDO. 'LA CLASE', LAURENT CANTET / 'LAS LLAVES DE CASA', GIANNI AMELIO", Nacho Cagiga / Javier M. Tarín, Intertextos libros 4, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2014.





 La clase, Laurent Cantet, 2008 / Las llaves de casa, Gianni Amelio, 2004








INTRODUCCIÓN


La educación es uno de los elementos más básicos y decisivos para la formación integral de toda sociedad, y sirve mayormente para darle personalidad y sustancia al espíritu colectivo, que va a fundamentar la gran mayoría de las relaciones habidas entre sus miembros. Quien tiene el control educativo tiene el poder de formar e informar a sus vecinos, y en gran medida va a imponer las directrices desde las que vamos a entendernos todos. Por eso, tradicionalmente, los poderes fácticos, desde el político hasta el económico, pasando por el religioso o el cultural, han intentado controlar las formas y los contenidos del segmento educacional, pues es una garantía a largo plazo de que el futuro actor social respete y promocione por él mismo las reglas del juego que sus antecesores le habrán inculcado.

Esto formula ya desde el inicio una gran paradoja, inherente a todo sistema educativo. Porque, por una parte, las diferentes organizaciones políticas (los estados modernos en la actualidad) quieren y aspiran a tener ciudadanos excelentes e individuos honestos (al menos siempre en teoría), pero necesitan sujetos pasivos y manipulables para que la ideología dominante cohesione al conjunto de sus habitantes y no ponga en peligro al propio sistema. En consecuencia, si bien al status quo le interesan hombres libres, convencidos de las bondades del sistema en el que viven, el deseo de sus gestores es el de formar esclavos, personas que no cuestionen el orden establecido (al menos no de forma radical, pues es práctica habitual que muchas sociedades aceptan una cierta tendencia crítica en su seno para justificar el axioma de turno) que se intenta imponer.

Todo sistema educativo se ve condicionado por esta tensión. Además, hay que tener en cuenta que la educación es una realidad que va más allá de todo lo que constituye el mundo docente y académico. Este es al menos el planteamiento de este libro que desde su título ya reconoce que la educación no es solo competencia de cada ministerio de educación, y sus responsables a diferentes escalas y niveles hasta llegar al aula, espacio este en el que un individuo (llamado profesor, maestro o educador) va a enfrentarse (y esta palabra ya recoge un cierto sentido problemático que preferimos no obviar) a uno o varios individuos (llamados alumnos, estudiantes o educandos) que va(n) a recibir un tipo concreto de magisterio. En efecto, la cuestión educativa no puede quedarse solamente en este ámbito, a riesgo de dejar fuera del tema una de sus partes esenciales, esto es, la educación como asunto privado, familiar y doméstico, y que se compagina a diario (se quiera reconocer o no) con el aspecto escolar del asunto. Si la relación entre el aula y la calle es de disociación, indiferencia o enemistad, difícilmente vamos a conseguir evitar no solo el fracaso académico, sino que resultará casi imposible que tengamos una cultura que signifique un común denominador desde el que podamos sentarnos a hablar todas las partes implicadas en el concierto social, hablemos tanto a nivel público como a nivel privado, sea tanto para converger como para divergir, sin que un trauma o un abismo se abra sin resolución alguna posible.

Por eso, en un primer estadio, hemos decidido incluir el análisis del filme de Laurent Cantet, La clase (Entre les murs, 2009), que retrata la realidad educativa tal y como se desarrolla en un centro público francés. Esta aproximación de Cantet a la escuela trata de desentrañar los aspectos cotidianos y concretos que componen el concepto abstracto de sistema educativo y que tienen que ver con la gestión de un instituto en términos pedagógicos y de convivencia. El interior de la escuela es mostrado bajo la atenta mirada del director francés, que consigue identificar algunas de las cuestiones clave del debate educativo en la actualidad. Su análisis, no obstante, no sería posible sin hacer referencia al sustrato literario que le da origen, la novela del mismo título de François Bégaudeau. La importancia del escritor en el resultado final no es anecdótica ya que él mismo protagoniza la película y trabaja junto al director en la adaptación de su novela. Porque es evidente que cuando hablamos de educación hablamos de escuela y de comunidad educativa, es decir de aquellas personas que se relacionan en el espacio escolar y cuyos intereses no siempre convergen. De ahí la necesidad de comenzar por un filme que se adentre verazmente en los entresijos de una escuela con la intención de plantear las cuestiones adecuadas sobre el sistema educativo.

En cuanto al ámbito personal y doméstico, lo primero que podemos decir es que habitualmente ha caído fuera de la problemática educacional. Se ha solapado como mucho a cuestiones culturales, lo que no deja de ser válido igualmente, pero se ha mantenido convenientemente fuera de las grandes discusiones que sobre la educación se suelen plantear en las sociedades modernas. Es curioso que luego parece sorprender a propios y extraños que ese divorcio escuela-sociedad exista, como si los valores de unos y otros pudieran ser contradictorios y estas contradicciones no afectaran en el transcurrir diario. Cuántas veces no oímos quejas de padres sobre profesores, o de profesores sobre padres. Y qué pocos son los que no defienden únicamente intereses corporativos en uno u otro bando. En medio de estas discusiones, el propio alumno, que es a menudo hijo o menor de edad bajo tutela, y que sufre a menudo impotente las batallas en que se pueden enzarzar los unos contra los otros. Y todo esto cuando no hablamos de las mismas tensiones que puede haber entre el que educa (el que tiene esta función) y el que es educado (al que se le va a transmitir una enseñanza).

Cuando esta relación pedagógica no se produce con algún profesional de la educación de por medio, sino que se trata de personas ajenas a esa profesión u oficio (ya sean maestros, profesores, pedagogos, psicólogos educativos…), entonces nos encontramos en un terreno que se escapa a lo estrictamente académico, pero que no deja de tener un valor educativo de primer rango. A este nivel es al que dedicamos el estudio del filme Las llaves de casa (Le chiavi di casa, Gianni Amelio, 2004). De momento, solo decir que no se trata de hablar de relaciones familiares, aunque en este caso fílmico concreto se aborde así, con una relación paterno-filial como eje dramático de la historia, sino que, como veremos más detalladamente, en el caso del cine de Gianni Amelio lo que cuenta es la transmisión de una experiencia del mundo, desde una posición de ventaja de un personaje sobre otro u otros. Tampoco hemos querido quedarnos en el caso típico de un niño o adolescente problemático. Al contrario, el protagonista del filme de Amelio es un niño discapacitado tanto física como psíquicamente, lo que le convierte en un caso un tanto extremo, pero precisamente por ello se hace más evidente la necesidad que hay de distinguir los límites que hay en todo proceso educativo. Este no es un libro sobre la educación, en última instancia, sino que se trata de un libro sobre la educación a través del cine. Es por lo tanto desde esta perspectiva fílmica que creemos que hay que entender estas páginas. No hemos pretendido dar una solución global o ni siquiera parcial a muchos de los problemas que tienen los modelos educativos actuales. Tampoco estaba en nuestro ánimo que todos los participantes de un circuito educativo (y todos lo somos en algún momento) tuvieran con nuestra propuesta una guía útil que les sirva para funcionar medianamente. Para este tipo de cuestiones hay ya profesionales muy competentes que abordarán más apropiadamente estos entresijos. No es nuestro propósito, por lo tanto, hacer un libro técnico sobre la educación. Sí quisiéramos contribuir a tan apasionante, actual y urgente debate a partir de dos ejemplos fílmicos que nos han fascinado y aportado mucha luz sobre el tema. Son sus autores literarios y cinematográficos los que de verdad están contribuyendo al diálogo sobre tan sustanciales puntos. Nuestra tarea, nuestras intenciones, eran las de intentar dar una visión veraz de estas propuestas fílmicas (Javier M. Tarín reflexionando sobre La clase y Nacho Cagiga haciendo lo propio sobre Las llaves de casa), y apuntar unas cuantas notas que signifiquen e importen en el sentido cinematográfico del tema tratado.

Por ello hemos creído conveniente parar primero en el material literario que da base al proyecto cinematográfico. Ver en qué puntos coinciden o se separan las visiones literarias y fílmicas, porque creemos que en esta conversación entre un escritor y un cineasta ya aparecen, junto a las sintonías, las primeras fisuras. Asimismo, nos parece interesante enmarcar la película que hemos elegido cada uno analizándola dentro de la obra global de cada director. Y, por último, pasar a un ensayo más concreto sobre cada una de las películas en su relación con el tema de la educación en el cine, antes de dar unas conclusiones finales conjuntas. No ha estado en nuestro ánimo, en ningún momento del proceso de escritura del libro, forzar nuestros razonamientos para dar una visión unitaria. Somos conscientes de que lo importante no es tanto un resultado concreto, sino aportar un flujo de ideas y observaciones con las que continuar una conversación que lleva abierta miles de años.

Sí que nos gustaría que este libro que está ahora en manos de algún lector transmitiera al menos dos conceptos para nosotros irrenunciables. El primero, el valor intrínseco que hay en todo ejercicio educativo, por heterodoxo que este sea, pues somos en gran medida aquello que aprendemos, y por lo tanto todo acto relacionado con enseñar o ser enseñado implica una voluntad o intención responsable sobre aquello que se transmite, de la misma manera que su ofrecimiento no debe nunca anular la consciencia crítica y personal de aquel que lo reciba, empezando por nosotros mismos. El segundo, la capacidad que tiene el cine de servir para transmitir no solo información, cultura o expresiones artísticas, sino también una didáctica, una estética fundamentada en el potencial comunicador del hecho cinematográfico, que actúa, como todo arte, tanto a nivel consciente, como en los niveles inconscientes del ser humano. Y aquí hacemos una llamada para que, tanto los profesionales de la educación como cada uno de nosotros a nivel individual, integremos más el conocimiento, para nada superficial o ligero, que algunos mandarines de la cultura quieren hacernos creer, que puede encontrarse a través del lenguaje cinematográfico (también en sus extensiones audiovisuales y digitales), así como en las películas, como formas que son de una expresión cultural popular, y que contribuyen a entendernos como los seres en perpetuo estado de aprendizaje y formación que somos.

Si conseguimos, aun parcialmente, mantener en activo estas dos ideas, para nosotros este libro habrá valido su esfuerzo.


Nacho Cagiga / Javier M. Tarín




DEL AULA A LA CALLE
LA EDUCACIÓN EN BUSCA DE SENTIDO
Nacho Cagiga /Javier M. Tarín

Intertextos libros 4
17x24cm. - 188 páginas
ISBN: 978-84-941753-2-9