Canino, Yorgos Lanthimos, 2009
En el principio había oscuridad y después se
hizo la luz... y la luz se separó de la oscuridad.
Voula en Paisaje en la niebla
Casus belli (Giorgos Zois, 2010), es una muestra del cine griego más interesante que ha surgido en la última década, y que tiene como mayor preocupación la crisis económica, social e identitaria del país. Un cine de “propuestas conceptuales, formalistas, llenas de un intelectualismo distante y un esteticismo hermético. A priori, todo lo contrario que Angelopoulos”. Los nuevos cineastas griegos se han distanciado del pragmatismo del director heleno para optar por unas posturas formales más cercanas a la angustia e incomodidad de un Michael Haneke o el acercamiento a temas polémicos mediante un “lenguaje cinematográfico realista reminiscente del idioma visual de Lars Von Trier”. Pero no es el único modelo de representación que predomina en esa industria en la que los cineastas han tenido que convivir con la crisis (también la temática), una sombra que ha llegado hasta nuestro país. A este metacine reflexivo, le acompañan apuestas más punk, cine comercial, comedias a las costas del Egeo como Mikro eglima (Christos Georgiou, 2008) o filmes de época. Y, entre todas estas apuestas se encuentran los últimos trabajos de Angelopoulos. Un cineasta tan personal, con un estilo tan marcado, imposible de crear escuela sin provocar comparaciones y/o duplicados, que no ha dejado lugar a una herencia estilística que se le aproxime y de la que los nuevos realizadores griegos han decidido distanciarse, aún manteniendo ciertos puntos de conexión que van más allá de la forma. Y es que el cine de Angelopoulos, sus temas, sus personajes, son de carácter universal, al mismo tiempo que están profundamente arraigados en su tierra. Lo universal resulta de lo particular. Por lo que algunas preocupaciones temáticas que Angelopoulos ha tratado a lo largo de su filmografía están presentes en las derivas de estos cineastas emergentes. El exilio, la ausencia del padre, el conflicto fronterizo… Pero, de los personajes-símbolo de Angelopoulos se ha pasado al acercamiento intimista y personal de los protagonistas. El distanciamiento brechtiano (que todavía conservan, en cierta medida, los filmes de Lanthimos o Tsangari ) ha dejado paso al primer plano y la complicidad con el personaje. Los grandes paisajes se han tornado claustrofóbicas estancias herméticas. Más que revelarnos la historia quieren hacernos partícipes de ella, de la angustia de sus protagonistas. Como bien expone Vrasidas Karalis: “el paso lento, las tomas largas, las (...)
Adentrarse en las niebles de Citera.
Derivas en torno al desencanto del cine griego en el siglo XXI
Derivas en torno al desencanto del cine griego en el siglo XXI
Adrián Tomás Samit
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas