ANGULO, Jesús / SANTAMARINA, Antonio
Alex de la Iglesia. La pasión de rodar
San Sebastián: Euskadiko Filmategia-Filmoteca Vasca, 2012
ÁNGULO, Jesús / MARTÍNEZ, Pilar / SANTAMARINA, Antonio
Los paraísos perdidos. El cine de Ana Díez
San Sebastían: Euskadiko Filmategia-Filmoteca Vasca / Fundación INAAC-Filmoteca de Navarra-Nafarroako Filmoteka, 2012
ÁNGULO, Jesús / MARTÍNEZ, Pilar / SANTAMARINA, Antonio
Los paraísos perdidos. El cine de Ana Díez
San Sebastían: Euskadiko Filmategia-Filmoteca Vasca / Fundación INAAC-Filmoteca de Navarra-Nafarroako Filmoteka, 2012
POR TXOMIN ANSOLA
DOS NUEVAS MONOGRAFÍAS SOBRE CINEASTAS VASCOS
Durante todo este tiempo se ha mantenido el mismo esquema en la elaboración de todas las monografías, por lo que se puede hablar de que estamos ante una serie, concebida con unos criterios temáticos comunes presente en todos los libros. El único cambio que se ha producido ha sido el de las portadas, cuyo diseño inicial se mantuvo durante los cuatro primeros libros. Los dos siguientes no tuvieron un diseño definido, para a partir del dedicado a Enrique Urbizu incorporar un nuevo diseño que permanece hasta la actualidad, aunque en los dos últimos se han introducido algunos matices, que han contribuido a reformular la portada.
Los libros se han estructurado en torno a tres bloques temáticos claramente definidos. Todos ellos se abren con un breve estudio sobre el cineasta escogido, cuya amplitud varía dependiendo de cada volumen, que constituye una aproximación a la trayectoria cinematográfica de cada cineasta. A continuación se incluye una amplia entrevista, en la que se repasa tanto su vida como su obra, constituyendo ésta el principal activo de cada publicación. La importancia de ésta amplia conversación con el cineasta elegido es en todos los casos fundamental, ya que por si sola justificaría la edición de cada libro. Se cierra cada publicación con el apartado dedicado a la documentación. En él se recoge de manera detallada toda la filmografía, con una amplia ficha de cada película. Se completa esta parte con una minuciosa hemerografía y bibliografía, algo que es muy de agradecer, al permitir al lector contar con otras referencias informativas, que ayudaran a los interesados en profundizar en la obra de cada cineasta a completar el perfil esbozado en cada una de las publicaciones.
Las dos últimas entregas, editadas en el 2012, que están dedicadas a los cineastas Alex de Iglesia y Ana Díez, reproducen, como no podía ser de otra forma, el planteamiento de los libros que les precedieron. Ambos directores presentan trayectorias cinematográficas claramente divergentes y por ello muy diferentes. Así Alex de la Iglesia (Bilbao, 1965), es el cineasta vasco con mayor atractivo popular, que encuentra en su colaboración con el productor Andrés Vicente Gómez su mejor plasmación. Mientras que Ana Díez (Tudela, 1955) seria su contrafigura, ya que su filmografía, ligada mayoritariamente al productor vasco Ángel Amigo apenas ha tenido repercusión popular, siendo una gran desconocida para el espectador y para muchos cinéfilos.
En la pasión de rodar, Javier Angulo y Antonio Santamarina, ofrecen al lector un primer acercamiento a la obra del director, guionista y productor bilbaíno, que contribuye a confrontar la imagen que se tiene del realizador de Acción mutante, que desde este filme, su opera prima, ha encontrado el apoyo de la crítica y el público, aunque durante sus dos últimas películas (Balada triste de trompeta y sobre todo La chispa de la vida) (2) se ha producido un enfriamiento de la buena acogida que han suscitado sus películas habitualmente. De hecho Alex de la Iglesia ha gozado siempre de una gran proyección mediática, que se vio acrecentada durante los dos años que asumió la presidencia de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, donde desempeñó un muy papel muy activo en el siempre conflictivo panorama del cine español, lo que a la postre motivó que dimitiera en el ecuador de su mandato. Este rol institucional le ha convertido en una imagen popular y consecuentemente en un rostro conocido por el gran público.
2. Filmes en los que no ha participado su coguionista habitual Jorge Guerricaechevarria, presente en el resto de su filmografía.
El libro constituye un notable esfuerzo en la senda de profundizar tanto en su obra como en desmenuzar su perfil biográfico, sumamente atractivo, cumpliendo ampliamente el objetivo trazado por sus autores. Aunque obviamente, no agota ni lo pretende, el análisis de una trayectoria cinematográfica tan atrayente.
Pone negro sobre blanco una serie de cuestiones y argumentos para acercarnos a una personalidad tan poliédrica, que podrá gustar más o menos pero a que nadie deja indiferente. Esta emerge desde sus inicios con gran fuerza, consolidándose con el paso de los años como la figura más destacada entre los cineastas vascos de las últimas décadas, de hecho es el que ha conseguido completar la filmografía más amplia, a la vez que ha logrado hacerse un lugar preeminente en el cine español contemporáneo.
Su trayectoria cinematográfica ha dado muestras del innegable talento que atesora el director de Muertos de risa, aunque sus dos últimas películas le han restado parte del crédito cinematográfico que había cosechado. Por ello cabe confiar que su última película Las brujas de Zugarramurdi, que esta a punto de estrenarse, nos devuelva la mejor versión del cineasta.
Ana Díez, a diferencia de Alex de la Iglesia, es una gran desconocida no solamente para el espectador español sino también para la crítica, que no ha tenido la oportunidad de seguir con detalle su filmografía. Tras debutar con un largometraje prometedor como fue Ander eta Yul, donde reflexionaba sobre la violencia en el País Vasco, asociada en este caso al tráfico de drogas, que fue galardonado con el Goya a la Mejor Dirección Novel, su trayectoria cinematográfica, que suma seis largometrajes, se ha ido diluyendo con el transcurso de los años, como pone de manifiesto que la realización de su segunda película, Todo esta oscuro, en la que se acercaba a la violencia en Colombia, se demoró ocho años.
Ana Díez no es únicamente la primera directora vasca en dirigir un largometraje sino también la que cuenta con la filmografía más amplia, ya que salvo Helena Taberna, ninguna de las otras cineastas vascas que han debutado tras ella han pasado de su opera prima. Una obra que se mueve entre la ficción (cuatro películas) (3) y el documental (dos películas), (4) aunque el anclaje con la realidad social recorre y da soporte también a las primeras.
Un rasgo a retener, igualmente, es que casi toda su obra, salvo su última película, esta ligada a la colaboración que ha mantenido de manera continuada con el productor Ángel Amigo, que le ha producido sus cinco primeros largometrajes, en y desde el País Vasco. Un hecho que ha podido contribuir, en gran medida, a que la visibilidad de sus películas haya sido muy escasa.
La pertinencia de esta monografía, atendiendo a las circunstancias en que se ha ido construyendo la filmografía de Ana Díez, se revela como necesaria y oportuna para dar a conocer una trayectoria cinematográfica que no ha contado con el relieve que se merece. Por ello el trabajo de Jesús Angulo, Pilar Martínez-Vasseur y Antonio Santamarina debería contribuir a poner en valor una obra que merece ser rescatada del olvido y del desconocimiento que la acompaña, ya que el estreno de sus películas en los cines, como ocurre desafortunadamente con otros muchos filmes españoles, fue tan fugaz, que apenas ha dejado huella en la memoria de los pocos espectadores que han tenido la oportunidad y la posibilidad de ver sus películas.
Es de esperar que los lectores que se acerquen al libro encuentren en él los argumentos y las reflexiones que les inciten a interesarse por una obra que merece más atención que la que se le ha dispensado hasta la fecha. Si es así, tanto los autores como su monografía habrán cumplido con el objetivo de divulgar y poner en valor la trayectoria cinematográfica de Ana Díez, una cineasta a descubrir.
Señalar, por último, el importante trabajo de edición que viene realizando la Filmoteca Vasca con la publicación de estas monografías. Por lo que cabe confiar que en un futuro cercano persevere en el trabajo realizado durante todo este tiempo y acometa la edición de nuevos trabajos que contribuyan, como los publicados hasta la fecha, entre los que se cuentan los dos que ha suscitado este comentario, al análisis, conocimiento y difusión de la filmografía de los cineastas vascos.
La
Filmoteca Vasca comenzaba en 1993, con la publicación de un libro sobre el director,
guionista y productor Pedro Olea, la edición de una serie de monografías sobre
los cineastas vascos, que en la mayoría de los casos constituyen un primer
acercamiento a su trayectoria cinematográfica. Durante estos veinte años se han
publicado once libros, (1) de los
cuales nueve se han dedicado a directores, uno al director de fotografía Javier
Aguirresarobe y otro al productor Elías Querejeta, recientemente fallecido.
1. Un cineasta llamado Pedro Olea (1993), Entre el documental y la ficción. El cine de Imanol Uribe (1994), En el umbral de la oscuridad: Javier Aguirresarobe (1995), Elías Querejeta. La producción como discurso (1996), Secretos de la elocuencia: El cine de Montxo Armendáriz (1998), El humor y la emoción el cine y la televisión de Antonio Mercero (2001), Enrique Urbizu. La imagen esencial (2002), Contra la certeza. El cine de Julio Medem (2005), Antxon Eceiza: cine, existencialismo y dialéctica (2009), Alex de la Iglesia. La pasión de rodar (2012) y Los paraísos perdidos. El cine de Ana Díez (2012).
Inicialmente se comenzó editando un libro cada año. Eso fue lo que aconteció con las cuatro primeras publicaciones, para a partir de la quinta perderse esa periodicidad. Desde entonces, esta circunstancia ha traído consigo la edición del resto de los libros sin un lapso temporal concreto, ya que éste ha oscilando entre uno y tres años. Así en la década de los noventa se publicaron cinco, en la del 2000 se editaron cuatro y en la presente década se han publicado dos, correspondiendo éstos al mismo año (2002). Un hecho inédito hasta la fecha.
1. Un cineasta llamado Pedro Olea (1993), Entre el documental y la ficción. El cine de Imanol Uribe (1994), En el umbral de la oscuridad: Javier Aguirresarobe (1995), Elías Querejeta. La producción como discurso (1996), Secretos de la elocuencia: El cine de Montxo Armendáriz (1998), El humor y la emoción el cine y la televisión de Antonio Mercero (2001), Enrique Urbizu. La imagen esencial (2002), Contra la certeza. El cine de Julio Medem (2005), Antxon Eceiza: cine, existencialismo y dialéctica (2009), Alex de la Iglesia. La pasión de rodar (2012) y Los paraísos perdidos. El cine de Ana Díez (2012).
Inicialmente se comenzó editando un libro cada año. Eso fue lo que aconteció con las cuatro primeras publicaciones, para a partir de la quinta perderse esa periodicidad. Desde entonces, esta circunstancia ha traído consigo la edición del resto de los libros sin un lapso temporal concreto, ya que éste ha oscilando entre uno y tres años. Así en la década de los noventa se publicaron cinco, en la del 2000 se editaron cuatro y en la presente década se han publicado dos, correspondiendo éstos al mismo año (2002). Un hecho inédito hasta la fecha.
Durante todo este tiempo se ha mantenido el mismo esquema en la elaboración de todas las monografías, por lo que se puede hablar de que estamos ante una serie, concebida con unos criterios temáticos comunes presente en todos los libros. El único cambio que se ha producido ha sido el de las portadas, cuyo diseño inicial se mantuvo durante los cuatro primeros libros. Los dos siguientes no tuvieron un diseño definido, para a partir del dedicado a Enrique Urbizu incorporar un nuevo diseño que permanece hasta la actualidad, aunque en los dos últimos se han introducido algunos matices, que han contribuido a reformular la portada.
Los libros se han estructurado en torno a tres bloques temáticos claramente definidos. Todos ellos se abren con un breve estudio sobre el cineasta escogido, cuya amplitud varía dependiendo de cada volumen, que constituye una aproximación a la trayectoria cinematográfica de cada cineasta. A continuación se incluye una amplia entrevista, en la que se repasa tanto su vida como su obra, constituyendo ésta el principal activo de cada publicación. La importancia de ésta amplia conversación con el cineasta elegido es en todos los casos fundamental, ya que por si sola justificaría la edición de cada libro. Se cierra cada publicación con el apartado dedicado a la documentación. En él se recoge de manera detallada toda la filmografía, con una amplia ficha de cada película. Se completa esta parte con una minuciosa hemerografía y bibliografía, algo que es muy de agradecer, al permitir al lector contar con otras referencias informativas, que ayudaran a los interesados en profundizar en la obra de cada cineasta a completar el perfil esbozado en cada una de las publicaciones.
Las dos últimas entregas, editadas en el 2012, que están dedicadas a los cineastas Alex de Iglesia y Ana Díez, reproducen, como no podía ser de otra forma, el planteamiento de los libros que les precedieron. Ambos directores presentan trayectorias cinematográficas claramente divergentes y por ello muy diferentes. Así Alex de la Iglesia (Bilbao, 1965), es el cineasta vasco con mayor atractivo popular, que encuentra en su colaboración con el productor Andrés Vicente Gómez su mejor plasmación. Mientras que Ana Díez (Tudela, 1955) seria su contrafigura, ya que su filmografía, ligada mayoritariamente al productor vasco Ángel Amigo apenas ha tenido repercusión popular, siendo una gran desconocida para el espectador y para muchos cinéfilos.
En la pasión de rodar, Javier Angulo y Antonio Santamarina, ofrecen al lector un primer acercamiento a la obra del director, guionista y productor bilbaíno, que contribuye a confrontar la imagen que se tiene del realizador de Acción mutante, que desde este filme, su opera prima, ha encontrado el apoyo de la crítica y el público, aunque durante sus dos últimas películas (Balada triste de trompeta y sobre todo La chispa de la vida) (2) se ha producido un enfriamiento de la buena acogida que han suscitado sus películas habitualmente. De hecho Alex de la Iglesia ha gozado siempre de una gran proyección mediática, que se vio acrecentada durante los dos años que asumió la presidencia de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, donde desempeñó un muy papel muy activo en el siempre conflictivo panorama del cine español, lo que a la postre motivó que dimitiera en el ecuador de su mandato. Este rol institucional le ha convertido en una imagen popular y consecuentemente en un rostro conocido por el gran público.
2. Filmes en los que no ha participado su coguionista habitual Jorge Guerricaechevarria, presente en el resto de su filmografía.
El libro constituye un notable esfuerzo en la senda de profundizar tanto en su obra como en desmenuzar su perfil biográfico, sumamente atractivo, cumpliendo ampliamente el objetivo trazado por sus autores. Aunque obviamente, no agota ni lo pretende, el análisis de una trayectoria cinematográfica tan atrayente.
Pone negro sobre blanco una serie de cuestiones y argumentos para acercarnos a una personalidad tan poliédrica, que podrá gustar más o menos pero a que nadie deja indiferente. Esta emerge desde sus inicios con gran fuerza, consolidándose con el paso de los años como la figura más destacada entre los cineastas vascos de las últimas décadas, de hecho es el que ha conseguido completar la filmografía más amplia, a la vez que ha logrado hacerse un lugar preeminente en el cine español contemporáneo.
Su trayectoria cinematográfica ha dado muestras del innegable talento que atesora el director de Muertos de risa, aunque sus dos últimas películas le han restado parte del crédito cinematográfico que había cosechado. Por ello cabe confiar que su última película Las brujas de Zugarramurdi, que esta a punto de estrenarse, nos devuelva la mejor versión del cineasta.
Ana Díez, a diferencia de Alex de la Iglesia, es una gran desconocida no solamente para el espectador español sino también para la crítica, que no ha tenido la oportunidad de seguir con detalle su filmografía. Tras debutar con un largometraje prometedor como fue Ander eta Yul, donde reflexionaba sobre la violencia en el País Vasco, asociada en este caso al tráfico de drogas, que fue galardonado con el Goya a la Mejor Dirección Novel, su trayectoria cinematográfica, que suma seis largometrajes, se ha ido diluyendo con el transcurso de los años, como pone de manifiesto que la realización de su segunda película, Todo esta oscuro, en la que se acercaba a la violencia en Colombia, se demoró ocho años.
Ana Díez no es únicamente la primera directora vasca en dirigir un largometraje sino también la que cuenta con la filmografía más amplia, ya que salvo Helena Taberna, ninguna de las otras cineastas vascas que han debutado tras ella han pasado de su opera prima. Una obra que se mueve entre la ficción (cuatro películas) (3) y el documental (dos películas), (4) aunque el anclaje con la realidad social recorre y da soporte también a las primeras.
3. Ander eta Yul (1989), Todo esta oscuro (1997), Algunas chicas doblan las rodillas cuando hablan (2001) y Paisito (2008).
4. La mafia en La Habana (2000) y Galíndez (2002).
Un rasgo a retener, igualmente, es que casi toda su obra, salvo su última película, esta ligada a la colaboración que ha mantenido de manera continuada con el productor Ángel Amigo, que le ha producido sus cinco primeros largometrajes, en y desde el País Vasco. Un hecho que ha podido contribuir, en gran medida, a que la visibilidad de sus películas haya sido muy escasa.
La pertinencia de esta monografía, atendiendo a las circunstancias en que se ha ido construyendo la filmografía de Ana Díez, se revela como necesaria y oportuna para dar a conocer una trayectoria cinematográfica que no ha contado con el relieve que se merece. Por ello el trabajo de Jesús Angulo, Pilar Martínez-Vasseur y Antonio Santamarina debería contribuir a poner en valor una obra que merece ser rescatada del olvido y del desconocimiento que la acompaña, ya que el estreno de sus películas en los cines, como ocurre desafortunadamente con otros muchos filmes españoles, fue tan fugaz, que apenas ha dejado huella en la memoria de los pocos espectadores que han tenido la oportunidad y la posibilidad de ver sus películas.
Es de esperar que los lectores que se acerquen al libro encuentren en él los argumentos y las reflexiones que les inciten a interesarse por una obra que merece más atención que la que se le ha dispensado hasta la fecha. Si es así, tanto los autores como su monografía habrán cumplido con el objetivo de divulgar y poner en valor la trayectoria cinematográfica de Ana Díez, una cineasta a descubrir.
Señalar, por último, el importante trabajo de edición que viene realizando la Filmoteca Vasca con la publicación de estas monografías. Por lo que cabe confiar que en un futuro cercano persevere en el trabajo realizado durante todo este tiempo y acometa la edición de nuevos trabajos que contribuyan, como los publicados hasta la fecha, entre los que se cuentan los dos que ha suscitado este comentario, al análisis, conocimiento y difusión de la filmografía de los cineastas vascos.
Las brujas de Zugarramurdi, Álex de la Iglesia, 2013
Paisito, Ana Díez, 2008