FORNS, Albert
Albert Serra (la novel-la, no el cineasta)
Barcelona: Editorial Empúries, 2013
POR ADRIÁN TOMÁS SAMIT
Comienza
agosto y comienzan las vacaciones. Una carrera de veinte minutos por el paseo
marítimo, unos largos en la playa y convertirse en una gamba cocida a la orilla
del mar. En ese momento tumbado boca abajo, contemplando unas arenas que se
convierten en dunas, pasan tres señoras, de buena vida de pensionista (de las
pocas que ya quedan) y comienza el espectáculo: su caminar vacilante y con
tropezones, dejándose media chancla clavada en la grava. La colonización del
espacio junto al mar plantando la sombrilla, y la entrada al agua, remojándose
tobillos, muñeca, nuca… y poco más, el pelo nunca, que la laca ha hecho bien su
faena. Contemplando a estas señoras, en mi posición horizontal, formándose una
imagen de estética cuasi fílmica, me viene a la memoria el baño de los reyes
magos en El cant del ocells (2008) de
Albert Serra. Entonces, me acuerdo de aquel libro que vi en la librería del
CCCB (Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona) el día antes de venir de
vacaciones a Benicàssim. Acababa de salir del Xcentric, donde me había puesto
la película de Chantal Akerman Je, tu,
il, elle (1976), y lo vi en el escaparate. Una fotografía de Albert Serra
sujetada por una mano, una clara suplantación de la identidad en la que el
autor quiere convertirse en Albert Serra. Pero “¿por qué justamente en Albert
Serra?”, me pregunté. No me llegaba el suelto, así que me quedé con la
fotografía de la portada y el título del libro: Albert Serra (la novel·la, no el cineasta) de Albert Forns. Las señoras salieron del agua, con su
rítmico movimiento. Una de ellas, que no se había quitado la gorra de paja y
las gafas de sol, vio como una de su amigas se secaba el sudor que ya le
comenzaba a caer por debajo del enlacado
pelambre. “Deu meu! Quina calor! Pilar, no mires al sol,
que te torrarás! Senyor!”, gritó. De pronto, la señora y su amiga pasaron
de convertirse de los reyes magos al Quixot y Sanxo de Honor de cavalleria (2006).
Estaba decidido, una de mis lecturas de verano tenía que ser Albert Serra (la novel·la, no el cineasta).
Su
autor, Albert Forns, lo tiene bien claro, cuando en una playa nudista
menorquina le dice a Emma, su pareja en la ficción (pseudónimo de la verdadera Gemma),
que “[…] amb trenta pàgines en tinc prou
per saber si m’agradarà o no”(1) (p.17) y “no sé qui va dir que el més
interessant d’una novel·la no és la historia, sinó la veu del autor, la seva
manera d’entendre el món”(2) (p.18). Y, así, planteado en el segundo capítulo del libro, Forns se pone de
manifiesto y se aplica a sí mismo sus comentarios. A las cuarenta páginas el
lector ya puede hacerse
una idea de la propuesta que el autor le está planteando, y que lo más
interesante es la manera en la que organiza el puzzle en el que se va
convirtiendo la narración. Pero, ahí está, en esta estructura donde van
apareciendo diferentes piezas, donde cada capítulo te ofrece un descubrimiento
y un análisis acerca de un tema en concreto, y la gracia con la que está
escrito es lo que a uno le anima a seguir con la lectura. Al final, todos los conceptos
que se han ido trabajando, todos los autores de los que se ha hablado
(principalmente Vila-Matas, Dalí, Barceló y Warhol; aparte del coprotagonista
de la novela: Albert Serra), todas las ideas expuestas que parecían
deshilvanarse en cualquier momento en esa mezcla entre realidad, ensayo y
ficción, cobran todo su sentido y su unidad después de el The End del libro (p.255), un falso final que se produce a falta de
cien páginas para terminar y en el que toda la acción se va centrando en Albert
Forns junto a Albert Serra en el Documenta de
Kassel donde el cineasta está rodando Els
tres porquets (2012). Pero ¿cómo se llega a viajar hasta Alemania de la
mano de Albert Serra?
1. Con treinta páginas ya tengo suficiente para saber si me gustará o no.
2. No se quien dijo que lo más interesante de una novela no es la historia, sino la voz del autor, su manera de entender el mundo.
La
primera novela de Forns es un viaje iniciático, válgase la vulgaridad del
término a estas alturas, en el que ya es una frase socorrida para cualquier
crítico, pero que en esta ocasión tiene todo su sentido. Resumiendo: Albert
Forns está pasando unas vacaciones junto a su pareja Emma en Menorca. Un día en
la playa decide que se quiere convertir en Albert Serra, y comienza un proceso
en el que irá cambiado externamente (vestir, dejarse bigote, utilizar términos
y acentos de Banyoles) e internamente a medida que vaya reflexionando sobre
cómo se crea un personaje como el de Albert Serra y qué lo configura. Durante
este proceso, el autor, que después de sus vacaciones regresa a Barcelona sigue
con su trabajo de funcionario, a medida que
las circunstancias van haciendo que se introduzca en el mundo del cineasta con
la excusa de que está colaborando en un documental: primero una entrevista en
Banyoles, donde Serra les invitará a ir un par de días al rodaje de su última
película, Història de la meva mort,
en Francia; y terminará con el viaje a Kassel para seguir el trabajo que está
realizando para el festival y que ha interrumpido el montaje del filme.
Dos,
pues, son los personajes que configuran el libro: Albert Forns (descubriéndose
así mismo y descubriendo al espectador su manera de entender el mundo) y Albert
Serra, en intrínseca relación con las reflexiones de Forns acerca de la copia,
la falsificación, la finalidad artística, etc. (descubriendo como el director
ha gestado a su personaje público y la personalidad privada que oculta en el
seno de su productora Andergraun Films y el trato con su equipo). Todo cobra
sentido en la novela de Forns, que se estructura como una ficción inspirada por
la realidad, donde esta irá ganando mayor peso a medida que avance la trama,
insuflada por pasajes ensayísticos, anotaciones de “idea para una novela”,
escenas de una posible película o la divertidísima simulación de una exposición
para el Documenta de Kassel cuyo título es
“L’art de la merda”(3) y donde las
salas unen los trabajos y personalidades/personajes de Dalí, Warhol y Serra.
Sin lugar a dudas, es imposible aquí esbozar cómo Forns es capaz de dotarle de
sentido y aunar todos los
conceptos que se van acumulando.
3. El arte de la mierda.
La
labor de documentación realizada por el autor y el trabajo de reescritura son
encomiables, pues logra ofrecer una novela con un ritmo trepidante, llena de
ideas complejas en torno al arte moderno y contemporáneo, dichas con sencillez
y empaque. También es cierto que de tanto investigar, e intentar conseguir un
lenguaje “estándar”, el autor patina sobre el pseudo-intelectualismo en algún
momento con frases como: “A la reserva
dels despilotats, quatre avorrits humanistes i mitja dotzena d’exhippies
desencantats, Houllebecqs i Beigbeders vinguts a menys, personatges de Denys
Arcand”(4) (p.43).
El otro aspecto que salta ligeramente es la autoconsciencia que parece
demostrar Forns de que esta es su primera novela, y ocasionalmente utiliza,
describe, narra tópicos, y reconoce que son tópicos, y reconoce que reconoce
que está utilizándolos. Por ejemplo, el pie de página nº53: “Sí, aixó de posar el noms d’IKEA està molt
vist, perdoneu…”(5) (p.315).
Pero en otra reciente lectura veraniega: La
dona que es va pedre (Marina Espasa, Empúries, 2012), la autora realiza la
misma estrategia narrativa salvavidas,
y, de la misma manera que Forns, lo hacen de modo divertido, con sinceridad y
se lo podemos permitir.
5. Sí, esto de poner los nombres del IKEA está muy visto, perdonad…
Para
intentar esbozar brevemente las piezas del puzzle que conforman este libro vamos a
clasificarlo en tres vías. En primer lugar, la básica, la que hace avanzar el
relato y que hemos descrito más arriba. La vida de Albert Forns, el funcionario
que de vacaciones reflexiona con la idea de convertirse en Albert Serra, cómo
hacerlo y cuando lo consigue, se encuentra con el verdadero Serra y le provoca
otra serie de planteamientos tales como cómo cambiar a la persona con el
personaje en menos de un guiño, y las dificultades que conlleva mantener a ese
personaje, hasta el punto de llegar a los extremos contradictorios que el
personaje debe defender aunque la persona no esté en completamente a su favor.
La
segunda pieza se deriva de la primera. Al querer convertirse en Albert Serra,
Forns debe reflexionar acerca de multitud de conceptos, y es cuando la
narrativa se encuentra con el ensayo. Esta es la parte más interesante de los dos
primeros bloques que configuran la novela, antes de conocer a Serra en
persona. En el primer bloque,
titulado Migjorn (Mediodía), con Forns de vacaciones en
Menorca, haciéndose a la idea de que debe convertirse en Serra, se cuestiona conceptos
acerca del reciclaje artístico/la copia/el plagio: “[…] O senzillament evolucionem cap a un món de postproducció, de
reciclatge, de reutilització, on es farà difícil detectar l’origen de tot?
Caminem cap a un art caníbal i agonitzant, tal com pronosticava Baudrillard?”(6) (p.25). Lo que le llevará a hablar de la falsificación y las historia de los
grandes falsificadores van Meegeren, Keating y de Hory, y relacionarlo con
Barceló y Warhol, que a su vez están intrínsecamente relacionados con Albert
Forns y Albert Serra. Lo que culminará con su escritor fetiche Vila-Matas: “Si «mai
seràs el primer a escriure», que deia Vila-Matas, tampoc «mai
seràs el primer a pintar», i de fet aquest ha estat un dels grans llocs comuns de la
historia de l’art: Tothom aprèn a pintar copiant, i fins i tot, els grans
Mestres del segle XX”(7) (p.35). Lo relaciona con el trabajo de Mike Bidlo y su
obsesión por convertirse en Pollock, el mismo caso que le sucede a Forns con
Serra, y a Serra con el concepto de personaje de Dalí o Warhol. Con este fugaz
esquema vemos cómo teje Forns su novela y cómo hila los temas, de una manera
sutil, sin ser directo a la hora de marcar el porque habla de una cosa u otra,
dejando al lector el placer de ir descubriendo los nexos de unión entre
discurso y relato, entre pensamiento y acción.
6. ¿O sencillamente evolucionamos hacia un mundo de posproducción de reciclaje, de reutilización, donde se hará difícil detectar el origen de todo? ¿Caminamos hacia un arte caníbal y agonizante tal como pronosticaba Baudrillard?
7. Si “Nunca serás el primero en escribir”, que decía Vila-Matas, tampoco “nunca serás el primero en pintar”, y de hecho este ha sido uno de los lugares comunes de la historia del arte: todos aprenden a pintar copiando, incluso, los grandes maestros del siglo XX.
Este
tema de la falsificación y la copia abre la novela para justificar el porqué de
querer ser Albert Serra, y a esta cebolla narrativa se le irán incorporando
capas. En los siguientes capítulos de este primer bloque de la novela se
seguirán trabajando estos conceptos ampliándolos fusionando anécdotas del
escritor en la playa con sus reflexiones. Los pensamientos en torno al arte
contemporáneo se abrirán a otras ideas, más a vuela pluma, y de menos calado,
pero que ahí están, ejemplificadas satíricamente entre la fauna que el escritor
contempla desde la arena. El Estado del Bienestar, la especulación
inmobiliaria, la política y el avance de la sociedad visto por inventados
descendientes de ilustres pensadores como Albright, Bauman, Orwell o Derrida en
el divertido microrelato futurista La
Part dels crítics (I filòsofs i savis diversos) (La parte de los críticos, y filósofos y sabios diversos) (p.44-45).
Lo que engancha con la vuelta a los orígenes y nuevas narrativas, o escapismos
de narrativas como las de Georges Perec. Otro punto a favor de Forns es la
citación, con título del libro, editorial y año, al que se refiere cuando trata
ciertos temas y autores. Perec conecta con Serra y su Honor de cavalleria, donde se citan las críticas cosechadas por el
filme, donde destaca el “Una pila de
excrementos cinematográficos” (Oti Rodriguez Marchante, ABC) (p.51) que
enlazará con la propuesta de instalación sugerida al final del libro y
mencionada más arriba. Y se empieza a trabajar sobre el personaje Albert Serra
y sus personajes y diálogos, que Forns irá
incorporando a sus conversaciones con Emma, cada vez más absurdas, más albertserrianas. Intentando no perdernos, y siendo más
estructurados y comedidos, entendido el funcionamiento de la escritura de su
autor citaremos otros temas ensayados por Forns en estos bloques: el
catalanismo (interesantísimo, reseñable, el texto que el autor nos descubre: El Quijote va esborrar el Quixot de
Lluís M. Mandado), la iconización y
la mercantilización de/en el arte moderno, las relaciones de pareja, etc.
En
el segundo bloque, ya capaz de convertirse en Serra, Forns va probando su nueva
personalidad en diferentes lugares. Esto es vehículo para hablar de otros
temas: sigue conceptualizando y reflexionando acerca de ser la copia de otro,
en un relato en el que el autor sigue a Vila-Matas por las calles de Barcelona;
los estereotipos (el capítulo dedicado a los bigotes ilustres también está muy
logrado (p.135)), los recortes del gobierno, las redes sociales, el trabajo en
la oficina y los nacimientos, en otra hilarante y fugaz reflexión: “Sempre els
mateixos llocs comuns, la versió optimista d’un enterro: «Oi
que té els teus ulls? Doncs jo diría que s’assembla al teu marit. I què, ja et
menja bé? Ja us deixa dormir?»(8) (p.125), la configuración de la personalidad a través de la mirada del otro en
rasgos característicos: el bigote mencionado o los gustos de lectura; las
prevenciones antiterroristas en el metro y demás paranoias y pánicos
irracionales (p.164) (que indirectamente se relaciona con las dificultades de
exhibición de Serra, en obras excesivas que rompen los esquemas
preestablecidos, o su admiración por los dictadores, lo que genera un rechazo
hacia el artista de Banyoles), la estrategia que debe adoptar el artista de
cara al público y con su obra para ser reconocido o escuchado. Siendo este
punto el núcleo de todo el libro.
8. Siempre los mismos lugares comunes, la versión optimista de un entierro: “¿Verdad que tiene tus ojos? Pues yo diría que se parece a tu marido. Y que, ¿ya come bien? ¿Ya os deja ir a dormir?
Cuando
ya el mecanismo se está comenzando a rayar y las vueltas, por muchas que dé,
comiencen a sonarnos a lo mismo de la página treinta se producirá un giro de
360º y la parte reflexiva y ensayística de los dos primeros bloques se transformará
en una parte semidocumental en la que Forns comienza su interacción con Serra.
Toda la idealización del icono/personaje Serra se destruirá después de su
primer encuentro, y aquel personaje egocéntrico, antitodo, extremista, detrás de las cámaras será amistoso y
cercano. Hasta este punto la novela nos habla del personaje de Serra con
admiración, intentando comprenderlo pero sin llegar a empatizar con el. Se ve
venir que el Serra persona será diferente y se producirá la caída del mito,
pero el nuevo Serra llegará a ser simpático y agradable, y hasta se le cogerá cariño. Esto se logra gracias al
exhaustivo análisis de todos los conceptos trabajados antes, y cómo los utiliza
Serra para crear a su personaje y la lógica que ello conlleva, viendo el lector,
así, las motivaciones e intenciones que el cineasta busca. Por supuesto, la
apropiación de la idea por parte de Forns hacia Serra, siendo su personaje más
empático, facilitarán el transito del Serra personaje al Serra persona. Y la
novela seguirá la manera de trabajar del cineasta, convirtiéndose en un relato
lleno de interés y atractivo donde escuchamos al director personaje, y vemos, a
través de las palabras de Forns al cineasta cercano con su compañeros de
Andergraun Films. Y esta es la
tercera pieza del puzzle, el
diseccionamiento de Serra personaje mediante los diferentes temas de ensayo y
su relación con precedentes como Dalí y Warhol, máximos referentes.
Albert
Serra es uno de esos cineastas españoles invisibles para el gran público, su
estrategia para llamar la atención es convertirse en un personaje polémico por
el que se genere un cierto interés. No tiene el calado, ni el reconocimiento
que tenían Dalí, y más allá de Cataluña, en España, el nombre de Albert Serra
solo suena a los más cinéfilos. Pero, como el mismo cineasta dice: “El que importa és que es facin, les
películes, no que la gent les miri! Per aquesta regla de tres el 80% de la gran
literatura de la historia de la humanitat no s’hauria escrit perquè en el seu
momento no van trobar gent que la llegís”(9) (p.210). Así que el tiempo nos dirá la importancia de la obra de Albert Serra,
y el resto de cineastas de “este cine
español” (en palabras de Carlos Losilla) (10),
que ya de por si tiene algo de interés y
diferente al resto, que abre nuevas vías y maneras de entender el cine y ofrece
posibilidades de aunarlo con otras artes y espacios.
9. ¡Lo que importa es que se hagan, las películas, no que la gente las vea! Por esta regla de tres el 80% de la gran literatura de la historia de la humanidad no se habría escrito porque en su momento no encontraban gente que la leyera.
Rodaje de El cant dels ocells, Albert Serra, 2008