Botonera

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7.1.13

BANDA APARTE - AL AZAR BALTASAR ( O POR QUÉ NO SE ABURREN LOS BURROS)

COORDINADOR: JESÚS RODRIGO GARCÍA


Banda Aparte
 
está compuesto por una selección de artículos aparecidos en
 
Banda Aparte. Revista de cine - Formas de ver (1994 - 2001)


AL AZAR BALTASAR
(O POR QUÉ NO SE ABURREN LOS BURROS)* 

POR ISABEL ESCUDERO




Al azar Baltasar





Esta película de Bresson es una combinación proporcionada de pareja de contrarios, que se encuentra ya bien expresada en el título: Al azar Baltasar. Baltasar es un burro, es el destino de un burro, es la predestinación de un burro… El azar es lo otro, lo que no es el burro, lo que sucede a los demás, la posible indeterminación; jansenismo frente a libertad. Eso, como hipótesis, al comienzo del experimento. Al final queda demostrado, claramente, que ‘destino’ y ‘azar’ son lo mismo, y lo uno sostiene y dramatiza a lo otro, y lo que mata al pobre burro no es su terca costumbre de ¿ser? de hacer de burro, desde que nace hasta que muere, sino los malos azares que se desprenden de las Almas de los hombres -¿por “ser” hombres?- por los que atraviesa. Al azar Baltasar, viene a ser una demostración pascaliana de que ambas cosas son imposibles separadamente, y que cualquier intento de separación es una vana ilusión de los que prefieren seguir compartimentando la vida por miedo a vivirla.


Al azar Baltasar


¿Qué otra cosa sabia nos dice Baltasar? El burro, esa es la gloria del burro, de cualquier burro, es que no se aburre, no tiene esa condena del tiempo vacío que hace que los humanos bullan y rebullan en satánica danza de acá para allá, huyendo despavoridos del miedo a que no les pase nada. Escapa a esa esclavitud humana no solo a la idea de la muerte futura sino a un presente siempre en fuga: invisible. La película como es habitual en Bresson, pero más enternecedoramente que otras veces, es un ejercicio de entendimiento –de razón en marcha- cercano (en primeros planos) a los hombres y las cosas, a sus sentimientos. Y digo de las cosas, porque a Bresson le interesan mucho las cosas, ese lado de las cosas de los humanos, y ese lado humano de las cosas, y eso parece estar bien visto en la mirada lateral de los asnos. No nos extraña nada que esa mirada y esa cabeza de Platero hayan impresionado tanto a un pensador tan plástico y lógico al mismo tiempo, como Bresson. Esta pintura razonable y nítida que aparece como un palimpsesto de vida antigua y desengañada por debajo de las farragosas tramas de los humanos se repite en casi toda la obra de Bresson como una cuestión de método, como un razonamiento que husmea la verdad por debajo de las verdades particulares. Por eso lo que cuenta tiene siempre un efecto parabólico: está contando otra cosa.

Al azar Baltasar, tiene también un destino contradictorio, al mismo tiempo itinerante y estático: Se mueve cuando se para, y se para cuando se mueve, es una composición viva de esos dos contrarios. Esta encarnación de personajes antagónicos y paralelos se ha dado mucho en la literatura itinerante, por ejemplo en la pareja de Don Quijote y Sancho Panza, y en el cine itinerante, por ejemplo en La Vía Láctea de Buñuel (película cuya estructura nos recuerda bastante a Baltasar por su naturaleza mixta de participación entre la Predestinación y la Libertad que presiden los episodios de este filme)


Al azar Baltasar


El burro participa de una cierta naturaleza centáurica. En la película aparecen otros personajes paralelos al burro, otros burritos como Marie, la muchacha a la deriva delazar, y a la que nada le vale su grandeza, ante la necesidad de beber para ser malo. Como en otras películas de Bresson, la Moral aparece muy enraizada en la vida de las gentes; se abunda en el problema del Mal, pero no como una elección moralista, sino como una condena inevitable, como las espinas en las rosas, como “el diablo probablemente…”. El acercamiento de Bresson al mundo y al comportamiento de las personas es largamente reflexivo; se sienten vivas sus preocupaciones buenamente “filosóficas” por un lado, y por el otro se siente también el pintor intuitivo, certero, exacto. Esta mezcla bien articulada vierte en cambio sensualidad erótica, al menos en esos gestos del que no sabe que es visto, del que es sorprendido, y son los ojos de los otros (espectador en su butaca incluido) los que cazan al vuelo esta sensación, como los gamberros espían en la película, escondidos en la noche, todo el erotismo de la nínfula adoradora de la cabeza del burro. Es una obra en que los detalles cobran valores de significación, en tanto los planos son unidades insignificantes que solo tienen su razón en el montaje, en el contexto, y en la secuencialización; tiene un ritmo interno arquitectónico, articulado, que sin embargo se resuelve hacia fuera en suavidad y entendimiento.

Resumiendo, diremos que Al azar Baltasar es una de las películas más enteras de Bresson, y una de las más cargadas de su buen estilo que, aún siendo tan “personal”, acierta con una especie de lógica o razón común.


Al azar Baltasar


*Este texto se publicó en
Banda Aparte. Revista de cine – Formas de ver nº 6
Valencia: Ediciones de la Mirada, febrero 1997