22.5.25
RESEÑA DE "TRAS LAS LÁGRIMAS DEL FRANQUISMO. CREACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA ESTÉTICA 'KITSCH' EN EL CINE ESPAÑOL", Alejandro Yarza, Shangrila
20.5.25
19.5.25
NOVEDAD: "EN LAS PÁGINAS DEL MISAL DE LA ABUELITA", Álvaro del Amo, Valencia: Shangrila, 2025
La vida de un burgués madrileño a lo largo de seis décadas, desde la íntima solemnidad con que en 1940 se celebraba la Primera Comunión hasta el estupor del Fin de Siglo. Familia, época y país descubren en cada capítulo diferente su enigma particular y su modo peculiar de descifrarlo. El sacramento de la Eucaristía, un partido de fútbol, viaje de iniciación, el verano de la olimpiada y el evento religioso, un programa de radio, infancia, adolescencia y juventud etapas de una misma soledad. Y es preciso contarlo. Lo que fue, lo que pudo ocurrir y lo que es lástima que no sucediera, tres notas del mismo acorde, llámese el placer de narrar, el gozo de leer, o la sospecha de que todo lo que parecía tan fabuloso, tan terrible, merece aún ser compartido.
ÁLVARO DEL AMO
(Madrid 1942) estudió Derecho y se tituló en Dirección en la Escuela Oficial de Cinematografía en 1968. La literatura, el cine, el teatro y la crítica se han ido alternando en su actividad, como ramas diferentes de un mismo árbol. Ha publicado las novelas Mutis (La Gaya Ciencia) Libreto, Contagio, En casa, El horror (Anagrama), Los melómanos, Cinefilia, (Debate), Casa de fieras (Alianza). Los libros de relatos Niños y bestias (Siruela), Incandescencia (Anagrama), Crímenes ilustrados, (Menoscuarto), y el volumen con dos novelas cortas Tabú, también en Menoscuarto. En Eolas ha publicado Bufón y otras historias operísticas. Ya en Shangrila, Concepción, novela cinematográfica.
17.5.25
RESEÑA DE "FUNÁMBULO MAYÚSCULO. CARTA A PIERRE MICHON SEGUIDO DE RESPUESTA DE PIERRE MICHON", Guy Boley, Shangrila
13.5.25
8.5.25
DOS RESEÑAS DE "LALY SOLDEVILA. UNA BIOGRAFÍA ARTÍSTICA", Gabriel Porras, Shangrila
5.5.25
NOVEDAD: "FUNÁMBULO MAYÚSCULO. CARTA A PIERRE MICHON SEGUIDO DE RESPUESTA DE PIERRE MICHON", Guy Boley, Valencia: Shangrila, 2025
Guy Boley es un escritor francés peculiar. Publicó su primer libro, Fils du feu, a los 64 años; pero antes su vida laboral transcurrió por los caminos más inverosímiles: albañil, guardaespaldas, chófer, funambulista; es a esta actividad a la que hace referencia la primera palabra del título Funambule majuscule.
Buen lector desde su niñez —confiesa que el primer libro que compró con su primer sueldo fue Les Contemplations, de Victor Hugo, con la consiguiente bronca parental por gastar el dinero en tonterías—, Boley fue objeto de una epifanía cuando descubrió, a finales de los años ochenta, Vies minuscules, la primera novela publicada de Pierre Michon; la segunda palabra del título de su libro hace referencia a la minuscularidad —y más bien a su opuesto, la mayuscularidad—.
El origen —la causa, la excusa— de Funambule majuscule es una anécdota: Boley asiste a la presentación de Vies minuscules en Dijon, expectante por ver en persona y, quizás, cruzar alguna palabra con el autor reverenciado; pero al no asistir nadie al encuentro y tras la intimidación inicial, pasan la tarde conversando; hablan poco de literatura, pero entre los temas de conversación se cuela la insólita profesión de Boley.
Años después, abandonada la ocupación acrobática, Boley le dirige una carta —es la carta de un admirador a su figura venerada— en la que le cuenta ciertas particularidades del funambulismo y las relaciona con su actividad actual, la escritura. En concreto, parece reivindicar que también su vida hubiera merecido ser una de las Vidas minúsculas de Michon; pero, en contrapartida, y teniendo en cuenta los riesgos que corrió el escritor al publicar su primera novela y la vida que llevaba por aquel entonces, podría considerarse que la ocupación de Michon no deja de tener, también, (una) cierta condición funambulesca.
La carta, que parece ser un mensaje en una botella más que una misiva que requiera respuesta, es correspondida por el escritor con otra epístola, plenamente michonienne, en la que le da cuenta de su época funambulesca —algunos de cuyos episodios ya conocemos debido a Vidas minúsculas—, aunque el alambre fuera un barrio poco recomendable de París y el peligro su bravuconería y su «espíritu que siempre niega».
Así que el título puede referirse tanto al equilibrista como al escritor; ambos han caminado sobre el alambre y ambos, también, han alcanzado, tras la peligrosa travesía a muchos metros del suelo firme, la magnificencia de letras capitales.
Joan Flores Constans
GUY BOLEY
Guy Boley (1952) nació y creció en el barrio de Chaprais de Besançon en una familia de clase trabajadora. Practicó numerosos oficios manuales, colaboró con Michel Menin, director de circo, antes de dedicarse primero a la escritura como dramaturgo para espectáculos en vivo con un centenar de obras de teatro y piezas de danza que se representaron en Europa, Japón, África y Estados Unidos.
Ha publicado cuatro obras: Fils du feu (Grasset, 2016), ganadora de seis premios literarios (Gran Premio SGDL a la primera novela, Premio Georges Brassens, Premio Millepages, Premio Alain-Fournier, Premio Françoise Sagan, etc.), Quand Dieu boxait en amateur (Grasset, 2018), dedicada a su padre, herrero de profesión y boxeador aficionado, ganadora también de varios premios, A ma soeur et unique (Grasset, 2023), estas tres novelas constituyen una trilogía dedicada a sus orígenes y al mundo proletario desaparecido. En 2021 publicó Funambule majuscule (Grasset).
4.5.25
3.5.25
PRESENTACIÓN DEL LIBRO: "EL ESPACIO SALVADO. ÁLBUM DE IMÁGENES", Alberto Ruiz de Samaniego, Shangrila.
1.5.25
30.4.25
SEGUNDA EDICIÓN DE "VISLUMBRES", GEORGES DIDI-HUBERMAN, Shangrila, 2025.
Ponemos a la venta la segunda edición de Vislumbres
No es la mano la que se acerca a la llama de la vela. Ese fuego minúsculo y modesto ha elegido tu mano. Para que lo recuerdes ahora que lo ves y vuelvas a recordarlo cuando lo hayas perdido. No es el ojo el que ve el color. Esa mezcla vibrátil busca tu ojo. Tu ojo como una catapulta, una ballesta, que disparará esa mezcla en tus órganos. Ya estuviste pintado. El color fue mordido, saqueado, lavado por las lágrimas. Ahora regresa y reconoce su antigua casa. Durará tan poco, apenas hará hueco, como el roce de un ala. Mirarás hacia adentro y se habrá ido. No es el cuerpo el que se adentra en el bosque. El tacto de los árboles y el rumor del agua, el paso de los animales escondidos, han venido a buscarte. Asedian un ramo invisible de tus nervios. Estuvieron aquí, mientras dormías, mientras rompías la ley. No se sabe en qué noche ni en qué escuela.
Solo esto sabemos: el pasado sobrevive, como una imagen. Imagen de una vela, un bosque o un color. No se sabe a qué hora irrumpirá, no sabe concertar una cita. Solo esto tenemos: un cuaderno en el que anotar epifanías, gestos y trazos vistos al pasar, cosas apenas percibidas desde un tren, apuntes de lo que apareció para volver a ser tesoro desaparecido.
Como este cuaderno personal de Georges Didi-Huberman, que reúne todo lo que ama; que mira lo bajo y lo pequeño, también; lo lejano y lo cercano, a la vez; la ruina y el esplendor, al mismo tiempo. Páginas hechas de ocasiones (que pasan), de heridas (que golpean), de supervivencias (que retornan), de deseos (que suceden). Guijarros, dedos de un pie, drapeados de una ninfa, cartas suicidas y trucos de magia. Estelas y esquirlas, señales de barbarie, delicadeza en el terror, vislumbres.
Vislumbres, pese a todo.
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